
El día que Ferran Adrià necesitó «los mejores camarones que se puedan conseguir» para dar de comer a uno de los clubes financieros más influyentes del mundo, levantó el teléfono y llamó a Laureano, su proveedor habitual en El Bulli. «Confío en ti Laureano. Nunca me fallas», le dijo. Una frase que ha oído no una sino mil veces y que sigue suponiendo la razón principal que mueve a la empresa a la procura de la excelencia suprema en los productos del mar. Y no le falló, claro. Prueba de ello es que, tras el cierre de El Bulli, los mariscos de Laureano siguen estando presentes en Tickets, el bar de tapas de los hermanos Albert y Ferran Adrià. Como también lo estaban en la cocina del fallecido Santi Santamaría. O lo están en las de Pedro Subijana, Pedro Larumbe, Sacha, Chicote o, más cerquita de aquí, en las de D´Berto o Yayo Daporta.
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